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domingo, 2 de mayo de 2010

Ciudad de Cristal, de Paul Auster

Ciudad de cristal es una novela de Paul Auster publicada en 1985.

La novela Ciudad se enmarca dentro de la llamada La trilogía de Nueva York, tres libros cuya trama transcurre en dicha ciudad y unidas por ser una revisión de la novela negra y el género detectivesco.

Daniel Quinn es un escritor de novelas policíacas y de misterio. Quinn escribe esas novelas bajo seudónimo. Antes, Quinn había publicado libros de poesía y escrito obras de teatro; también había sido autor de varios ensayos críticos y bastantes traducciones; pero tras la pérdida de su esposa y su hijo en un accidente, una parte de él murió con ellos y Quinn abandonó todo aquello, junto con la gente que conocía, para ir a refugiarse en Max Work (un personaje de ficción que protagoniza sus novelas, unas novelas que escribe como otra persona) y vivir en un pequeño apartamento en Nueva York. Es en esta época cuando recibe unas extrañas llamadas telefónicas en las que el interlocutor cree estar hablando con una agencia de investigación y que solicita los servicios de un detective privado llamado Paul Auster para que le proteja de la persona que quiere matarle. Quinn decide hacerse pasar por ese detective.



A partir de aquí, con un inicio tópico y recurrente de una novela de misterio, la historia se adentrará por terrenos resbaladizos y vericuetos propios de un existencialismo bañado por lo surreal. Quinn, en su papel de detective, deberá seguir y espiar a un sujeto que, según parece, pretende matar a su cliente y esta vigilancia lo borrará, literalmente, del mundo.



A lo largo de sus páginas conoceremos: locos experimentos de aislamiento para descubrir la naturaleza del lenguaje realizados años atrás, teorías teológicas enfermizas, caras familiares, personajes gemelos, seguimientos espías, frases escritas con pisadas, hijos muertos con nombres familiares, palabras que definen cosas, objetos rotos sin nombre que los defina, el mundo de los vagabundos, personas que no existen, nombres falsos, personajes falsos, gente que se encierra, gente que se esconde, gente que desaparece, gente que pudimos ser y que no seremos, detectives con nombre de escritor, escritores con nombre de detectives..., hasta llegar a un final que no solucionará nada.



El libro es, en sí mismo, un fantásico guiño a El Quijote de Cervantes, del que Paul Auster afirma ser un ferviente admirador; la novela comienza como una novela negra clásica al igual que El Quijote comienza como una novela de caballerías, para ir creando poco a poco una opresiva atmósfera y unas circunstancias adecuadas (multitud de molinos de viento que se desvanecen casi tan rápido como los de la novela Cervantina) para que el personaje se vaya diluyendo en una revisión de las típicas preocupaciones del género postmoderno. Cargada de tintes surrealistas, revela las influencias de Kafka en la obra de Auster.


Una novela de calidad innegable, que sumerge al lector en la historia hasta dejarlo preso de sus múltiples juegos: un Paul Auster dentro de la historia que también es escritor pero no es Paul Auster, la coincidencia de las iniciales de Daniel Quinn con las de Don Quijote, el cambio de persona en el discurso narrativo y así de punto de vista de la narración... Un clásico actual capaz de satisfacer a los lectores más exigentes.








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